En el marco de su 41º Congreso celebrado en Sevilla, el PSOE ha confirmado su respaldo a la monarquía, describiendo cualquier intento de replantear esta institución como «desestabilizador» para el país. Aunque en el documento marco del partido se reconoce la «tradición cultural y política republicana» de la formación, se reafirma que no existe un consenso social ni político para una alternativa. Esta postura vuelve a evidenciar los equilibrios que el PSOE mantiene entre su base republicana y su alineamiento con el statu quo.
Uno de los puntos más polémicos del Congreso fue la eliminación de la ‘Q+’ del colectivo LGTBI, que representa a identidades no binarias y queer. En el debate, se escucharon gritos de «¡Viva la lucha de las mujeres!» por parte de sectores feministas, lo que pone de manifiesto las divisiones internas en el partido en torno a cuestiones de género e identidad. Este movimiento ha generado críticas por su aparente retroceso en la inclusión de las diversidades dentro de sus políticas.
En cuanto a otros temas, el PSOE anunció medidas como rebajar la edad para votar a los 16 años y establecer un «escaño ciudadano» en diversas cámaras legislativas. Asimismo, prometió avanzar hacia el autofinanciamiento de la Iglesia, aunque sin ofrecer detalles concretos sobre cómo eliminar la casilla opcional en la declaración de la renta. Las propuestas de blindar derechos como las pensiones, el matrimonio homosexual y el aborto en la Constitución fueron presentadas como compromisos progresistas del partido.
Sin embargo, estas medidas contrastan con la falta de claridad en temas estructurales y con un evidente giro hacia posiciones más conservadoras en cuestiones como la monarquía o las identidades de género. El PSOE parece apostar por medidas simbólicas para mantener su imagen progresista mientras consolida su alineamiento con el sistema vigente.