Un informe del Instituto de Investigación Urbana de Barcelona (IDRA) pone de manifiesto la grave precariedad habitacional que afecta a los inquilinos de la ciudad. Según los datos, el 50% de los arrendatarios queda en situación de pobreza, con menos de 560 euros al mes para cubrir sus necesidades básicas tras pagar el alquiler.
Además, una de cada tres personas que alquilan su vivienda destina más de la mitad de sus ingresos a este gasto, superando con creces el umbral recomendado. A pesar de ello, solo el 7,2% de los inquilinos se ha retrasado alguna vez en el pago, lo que desmonta mitos sobre impagos o fenómenos de “inquiokupación”.
El informe también alerta sobre la creciente «hiperinseguridad residencial», que se deriva de la sustitución de contratos temporales por alquileres de temporada, lo que dispara los precios. Más de la mitad de los contratos vigentes han sufrido subidas superiores al IPC, aumentando la inestabilidad y forzando mudanzas: el 80% de los inquilinos en Barcelona ha cambiado de vivienda al menos una vez en los últimos cinco años.
Desde el IDRA insisten en que el mercado de alquiler en Barcelona está marcado por la especulación y la temporalidad: 9 de cada 10 contratos son a precio de mercado y temporales. Ante esta realidad, el informe urge a implementar medidas para garantizar la estabilidad de los inquilinos y frenar las variaciones especulativas en los precios.