La cultura ‘incel’ se infiltra entre adolescentes y preocupa a educadores e investigadores en Barcelona

La serie ‘Adolescencia’, estrenada en Netflix, revive el debate sobre el odio misógino que crece en redes y que ya ha dejado víctimas en el mundo real.

La serie ‘Adolescencia’, estrenada en Netflix, revive el debate sobre el odio misógino que crece en redes y que ya ha dejado víctimas en el mundo real.

La miniserie británica ‘Adolescencia’, recientemente estrenada en Netflix, ha sacudido el debate público en Reino Unido al abordar el caso ficticio de un adolescente que asesina a una compañera de clase bajo la influencia del ideario ‘incel’, un movimiento digital basado en la misoginia extrema. El impacto ha sido tal que la serie será proyectada en centros escolares del país como herramienta para trabajar la prevención del odio y la violencia machista. El fenómeno, sin embargo, no es exclusivo del entorno anglosajón: según expertos, se extiende a escala global y ha comenzado a dejar huella también en aulas de Barcelona.

Un estudio realizado en tres escuelas catalanas por investigadores de la Universitat de Barcelona, dentro del proyecto KALEIDOSCOPE, ha detectado discursos de resentimiento hacia las mujeres entre jóvenes de entre 13 y 17 años. “Los chicos no participan activamente en foros ‘incel’, pero han escuchado sus discursos y algunos los han asumido”, advierte la investigadora Anna Iñigo. El análisis revela cómo estos mensajes se filtran a través de plataformas como YouTube o TikTok, sin necesidad de que el usuario acceda directamente a contenidos explícitos.

El fenómeno se vincula a la llamada ‘manosfera’, un ecosistema digital antifeminista que no solo incluye mensajes misóginos directos, sino también contenidos sobre ‘autocuidado masculino’, ‘fitness’, inversión o actualidad, que difunden una visión hegemónica de la masculinidad y un discurso contra la igualdad. Influencers como Roma Gallardo, DollarDorado o Jordi Wild, sin autodefinirse como parte del movimiento, reproducen marcos narrativos donde las mujeres aparecen ridiculizadas o señaladas como obstáculo para el desarrollo personal de los hombres. “Lo que une a estos canales es la normalización de un discurso masculinizado que genera rechazo hacia lo diverso”, explica Iñigo.

El riesgo, según los investigadores, es que este discurso ya no se percibe como extremista ni requiere espacios marginales para reproducirse. La difusión masiva, los formatos breves y el algoritmo de las plataformas han permitido que ideas propias de la cultura ‘incel’ lleguen a una audiencia mucho más amplia, incluidos adolescentes sin experiencia sexoafectiva ni formación crítica suficiente. La masculinidad hegemónica, explican, se presenta así como respuesta a un supuesto desmoronamiento del orden tradicional. En este contexto, crece un malestar juvenil que se expresa a través del antifeminismo, el rechazo a las minorías y la glorificación de figuras autoritarias.

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