Tras 15 meses de guerra devastadora en Gaza, Israel y Hamás han acordado un alto el fuego mediado por Qatar. Este acuerdo llega tras una brutal campaña que ha dejado más de 46.500 palestinos fallecidos y millones desplazados. En ciudades como Jan Yunis y Deir al Balah, los gazatíes salieron a las calles para celebrar con una mezcla de alivio y dolor, mientras en Tel Aviv manifestantes israelíes también mostraban su apoyo a la tregua.
El pacto establece una primera fase de seis semanas durante las cuales Hamás liberará a 33 rehenes. A cambio, Israel se compromete a retirar progresivamente sus tropas de zonas habitadas de Gaza y liberar a cientos de prisioneros palestinos. Sin embargo, la extrema derecha israelí, encabezada por Itamar Ben-Gvir, ya ha expresado su rechazo al acuerdo, amenazando con desestabilizar el gobierno de Netanyahu.
Para Raji Sourani, abogado gazatí y defensor de derechos humanos, esta tregua es un símbolo de resistencia frente a la ocupación. “Esto no es una victoria para Israel ni una rendición nuestra. La paz debe ir de la mano con la justicia, para evitar que este genocidio se repita”, afirmó Sourani, quien sobrevivió a múltiples bombardeos y ahora espera regresar a Gaza para continuar su lucha legal.
Aunque el alto el fuego ofrece un respiro, el futuro sigue siendo incierto. Investigadores como Jørgen Jensehaugen señalan que Israel lo ve como una medida temporal, mientras Hamás lo considera una oportunidad para fortalecer su posición. Las próximas semanas serán clave para determinar si este acuerdo puede evolucionar hacia una paz duradera o si, una vez más, será una pausa breve en un conflicto interminable.