Barcelona acoge esta semana la feria mundial del juego y las apuestas, ICE, un evento que reúne a los principales actores de la industria bajo el lema del «juego responsable». Sin embargo, expertos en adicciones advierten de que este concepto es una cortina de humo que traslada la responsabilidad a los individuos y no a la industria que fomenta el juego compulsivo. Desde el Hospital de Bellvitge, la psicóloga clínica Susana Jiménez alerta de que la regulación sigue siendo insuficiente para abordar una problemática creciente.
El perfil de las personas con adicción al juego ha cambiado drásticamente en los últimos años. Actualmente, cada vez más jóvenes, de entre 25 y 35 años, caen en la trampa de los juegos en línea, accesibles las 24 horas del día. En 2023, Bellvitge atendió 245 nuevos casos de ludopatía, con una media de 18.000 euros de deuda acumulada por paciente. Los expertos subrayan que la prevención y la educación son clave, pero la administración sigue sin tomar medidas eficaces.
A pesar de la gravedad de la situación, el gobierno de Jaume Collboni no ha impulsado ninguna acción concreta para frenar la expansión del juego en la ciudad. La anterior Generalitat propuso una ley de adicciones que nunca se llegó a aprobar, y la actual administración se limita a decir que la tiene «sobre la mesa». Mientras tanto, los problemas asociados al juego siguen en aumento, afectando a colectivos vulnerables como jóvenes y personas con dificultades económicas.
Desde entidades como la Asociación Catalana de Adicciones Sociales (ACENCAS), se insiste en la necesidad de una regulación más estricta, que incluya un mayor control del acceso a los juegos virtuales, límites de gasto y campañas preventivas eficaces. Sin embargo, la connivencia entre las administraciones y la poderosa industria del juego sigue dejando en segundo plano la salud pública. Barcelona necesita soluciones reales, no más eventos que normalizan la adicción.