Los Jardines de la Mediterrània, en el corazón del barrio de La Marina, fueron reurbanizados en 2020 tras un proceso participativo impulsado por el Pla de Barris. Con una inversión de dos millones de euros, se amplió el verde urbano y se crearon espacios de juego y descanso. Sin embargo, lo que debía ser un oasis de tranquilidad se ha convertido en un foco de molestias nocturnas. Peleas, gritos y un incivismo constante han llevado al vecindario a exigir el cierre del parque durante las noches.
En 2023, el Ayuntamiento declaró el entorno como Zona Altamente Tensionada en Horario Nocturno (ZATHN). Se instalaron sonómetros, se recortaron los horarios de terrazas y se realizaron inspecciones a locales de restauración. También se impusieron sanciones a algunos establecimientos por incumplir la normativa. Años después, la situación se ha complicado por culpa de la actividad de algunos de los bares de la zona y la actitud de ciertos usuarios.
Denuncias vecinales reiteradas e iniciativas de la oposición
El malestar se ha hecho visible en audiencias públicas y consejos de barrio. Los vecinos denuncian la ocupación ilegal del espacio público por parte de algunas terrazas, el exceso de mesas, la falta de control del comportamiento de la clientela y un mantenimiento deficiente del parque. Durante las noches, el parque se convierte en un espacio inseguro donde se producen altercados, consumo de alcohol y ruido hasta altas horas.
Barcelona en Comú presentó en septiembre de 2024 una iniciativa formal en el Pleno del Distrito para impulsar el cierre nocturno de los Jardines de la Mediterrània y elaborar un nuevo Pla de Usos que apueste por modelos económicos compatibles con el descanso vecinal. La propuesta incluía medidas concretas para aplicar antes del final del año pasado. Semanas después, tanto ERC como el PP llevaron iniciativas similares, sumándose así a una demanda vecinal ampliamente compartida.
El Gobierno bloquea todas las propuestas
Pese al consenso entre grupos de la oposición y el clamor del vecindario, el Gobierno del PSC ha bloqueado todas las iniciativas presentadas. No solo se ha negado al cierre nocturno del parque, sino que tampoco ha mostrado voluntad de replantear el modelo de usos vigente. Lejos de mejorar, la situación ha ido a peor: más ruido, más conflictos y una sensación creciente de abandono institucional. El vecindario acusa al gobierno de dar la espalda a la realidad del barrio.
Mientras tanto, la frustración crece. Muchos vecinos aseguran que han dejado de utilizar el parque por las noches y que su calidad de vida se ha deteriorado. Reclaman soluciones estructurales y un cambio de rumbo que devuelva al parque su función original: ser un espacio de convivència, encuentro y bienestar. Si no hay respuesta institucional, advierten, la presión vecinal seguirá aumentando.