La funeraria pública y los enterradores de la cosa pública

Dice el saber popular que, ricos o pobres, la muerte nos hace a todos iguales. Y no puedo estar más […]

Dice el saber popular que, ricos o pobres, la muerte nos hace a todos iguales. Y no puedo estar más en desacuerdo: lo constato cada vez que muere alguien cercano, y seguro que el lector también lo hace. Al golpe que supone la pérdida de una persona querida, se suman los gastos asociados a despedirla, que no son pequeños. Ante el primero, la administración no puede hacer mucho; pero sobre el segundo, la administración tiene mucho que decir. Parece, sin embargo, que al PSC no le parece prioritario.

¿Desconoce el señor Collboni que, en la ciudad que gobierna, el funeral medio supera los 3.800 euros? ¿No sabe que somos una de las ciudades donde es más caro despedir a los nuestros? ¿Entiende que hay familias que se ven obligadas a endeudarse por esta razón? La legislatura avanza, pero las negociaciones presupuestarias no lo hacen tanto. Y empezamos a sospechar que, si el alcalde y su equipo conocen la realidad, han decidido ignorarla. Este gobierno está decidido a hacer la vida más fácil solo a las grandes élites.

En la cuestión de la funeraria pública hay intereses contrapuestos: por un lado, los de aquellos que hacen negocio con la muerte y no quieren dejar de hacerlo. Por otro, la ciudadanía que, siempre que ha sido consultada, ha dado un apoyo masivo a la propuesta de una funeraria pública. ¿Cómo no va a tenerlo claro la gente si supondría una reducción del 30 % en el precio de un funeral medio? Pero en esta disyuntiva, Collboni elige, una vez más, a las élites de la ciudad.

La oposición a la funeraria pública no debería sorprendernos, es solo la punta del iceberg. Los recortes en los servicios sociales pioneros que el gobierno de Barcelona en Comú puso en marcha son una buena prueba. El no al servicio de cuidado infantil municipal, el no al padrón para personas sin hogar, la no apertura de nuevas guarderías o el cierre de un proyecto referente como Vila Veïna. Un no del PSC a la funeraria pública sería un no más a la agenda social de Barcelona y confirma que, con este gobierno, la ciudad deja de ser referente en la incorporación de nuevos derechos y servicios.

La historia se mueve por el enfrentamiento entre quienes quieren conquistar nuevos derechos y quienes se oponen. Ejemplos hay muchos. La lucha de las mujeres por acceder al voto. La reivindicación de las clases populares por la educación y la sanidad públicas. Todas se entendían en su momento como ideas irrealizables, porque venían a romper con el statu quo. En las últimas legislaturas, con Ada Colau al frente, Barcelona se había convertido en uno de los referentes mundiales en la expansión de derechos. Por desgracia, con el PSC esto se ha acabado. Que nadie tenga dudas de que a nosotros, en Barcelona en Comú, nos encontrará enfrente, y que en 2027 Barcelona volverá a ser el faro que ilumina al mundo. Porque no es cierto que la muerte nos haga a todos, ricos y pobres, iguales. Pero está en manos de la política que así pueda ser.

Publicado originalmente en CatalunyaPlural.

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