Roma propone ponerle límites al turismo empezando por la carbonara

Una asociación romana exige limitar a 12 euros el precio del plato de pasta carbonara para frenar la especulación turística y defender la identidad gastronómica local.

Una asociación romana exige limitar a 12 euros el precio del plato de pasta carbonara para frenar la especulación turística y defender la identidad gastronómica local.

La asociación Consumerismo No Profit ha propuesto al Ayuntamiento de Roma un acuerdo voluntario para limitar a 12 euros el precio máximo del plato de pasta carbonara, convertido en símbolo de la lucha contra la turistificación. El incremento del precio de este plato emblemático —de 8 a 16 euros en pocos años— refleja la presión que la masificación turística ejerce sobre la economía local, perjudicando especialmente a los habitantes de la ciudad.

Roma, que alcanzó los 50 millones de turistas en 2024 y espera recibir otros 30 millones en el año del Jubileo, ha visto dispararse los precios en restaurantes céntricos, con la carbonara llegando hasta los 20 euros. Según Consumerismo No Profit, esta situación es insostenible para residentes y visitantes, y amenaza con erosionar la identidad cultural y gastronómica de la ciudad. Por ello, impulsan el denominado “Pacto Carbonara”, que cuenta con respaldo del Ayuntamiento, controlado por el Partido Democrático, para etiquetar aquellos locales que mantengan un «precio justo».

La carbonara es más que un plato: es historia y cultura popular. Originaria de las clases trabajadoras, esta receta humilde compuesta por pasta, huevo, guanciale y pecorino, se ha convertido en una víctima más del turismo de masas. Edoardo Ciccone, propietario de Bottega Ciccone en el barrio histórico de Trastevere, asegura que el coste real de sus ingredientes oscila entre uno y dos euros y medio. Ciccone, que mantiene su carbonara a 11 euros, afirma que cualquier precio por encima de 12 euros «desvirtúa totalmente el plato y traiciona la esencia de la gastronomía romana».

Sin embargo, algunos ven el “Pacto Carbonara” más como una forma de visibilizar la problemática turística que como una solución práctica. Marina García, periodista residente en Roma, explica que esta iniciativa evidencia la contradicción en que vive la ciudad, que “sufre por la masificación turística pero a la vez intenta sacar provecho económico de ella”. La propuesta también refleja el creciente malestar ciudadano ante la pérdida de espacios asequibles tanto gastronómicos como sociales, y el encarecimiento generalizado de la vida en Roma.