Con la llegada del verano y el aumento del turismo internacional, muchos barrios de la ciudad atraviesan su etapa más crítica. A medida que se multiplican las maletas con ruedas y los pisos convertidos en alojamientos para visitantes, la vida cotidiana de muchas familias se tambalea. En lugar de prepararse para las vacaciones, decenas de vecinas viven con el temor a perder su hogar. La temporada alta no solo marca un pico de visitantes, sino también de presión sobre la vivienda y de expulsión de residentes.
Según datos del Ayuntamiento de Barcelona en 2024, Sants-Montjuïc acumula 1 195 pisos turísticos, de los cuales 513 se concentran en Poble-sec. Esta presión turística está desplazando a las vecinas y vecinos del barrio, reduciendo drásticamente la oferta de alquiler habitual y favoreciendo la especulación inmobiliaria en uno de los distritos con mayor tensión residencial.
Por poner un ejemplo, en el pasado mes de mayo, la empresa Rentdaen S.L., que gestiona decenas de viviendas en la ciudad, ordenó el desalojo de varias familias en un edificio de la calle Nou de la Rambla 123 para destinarlo a alojamiento turístico. Las personas afectadas vivían en el inmueble desde hacía años, tras permanecer largo tiempo vacío. El desalojo, bajo un fuerte operativo policial, provocó una amplia protesta vecinal ante la evidencia de que la vivienda perdía, una vez más, su función social.
Lejos de poner freno a esta dinámica, el gobierno del alcalde Jaume Collboni ha mantenido una actitud permisiva con los operadores del turismo. A pesar de anunciar la eliminación progresiva de las licencias antes de 2029, sigue concediendo nuevas autorizaciones, tolerando irregularidades e ignorando el impacto social de esta reconversión. Las inspecciones y sanciones no están sirviendo para frenar la transformación del parque residencial en negocio turístico, y la especulación continúa con el respaldo implícito del consistorio.
Mientras tanto, encontrar un piso de alquiler a precio asequible es cada vez más difícil. En Poble-sec, el alquiler medio supera los 22 €/m², y en portales como Idealista las ofertas por menos de 1 000 € son prácticamente inexistentes. Esta situación deja fuera del mercado a las familias trabajadoras del barrio, que ven cómo el turismo devora el parque de vivienda residencial ante la pasividad institucional.
Lejos de tratarse de un fenómeno puntual o limitado a un barrio concreto, la turistificación avanza como una tendencia estructural que erosiona el derecho a la vivienda en toda la ciudad. Mientras el modelo económico sigue priorizando los intereses del sector turístico, miles de personas ven cómo su hogar se convierte en una mercancía para visitantes temporales, sin que las autoridades locales adopten medidas efectivas para protegerlas.