¡Un WC adaptado no es un almacén!

Te hago una pregunta, a ti que no tienes ninguna discapacidad ni motriz ni de ningún tipo: ¿qué sentirías si al ir a cenar a un restaurante te encontraras con que el aseo no cumple las normas de higiene y tuvieras que hacer tus necesidades en un cuartucho que almacena objetos sucios y variados, cajas de bebidas, ropa, mochilas, etc.?

wc adaptados barcelona

Te hago una pregunta, a ti que no tienes ninguna discapacidad ni motriz ni de ningún tipo: ¿qué sentirías si al ir a cenar a un restaurante te encontraras con que el aseo no cumple las normas de higiene y tuvieras que hacer tus necesidades en un cuartucho que almacena objetos sucios y variados, cajas de bebidas, ropa, mochilas, etc.?

¿Acaso tú no pagas la comida, la bebida y el servicio como cualquier otra persona para poder usar el baño sin sentir asco o malestar?

Hace unos días, la gota que colmó el vaso me impulsó a escribir esto. ¡Otro restaurante más con el mismo problema! Y no es algo que me pase solo a mí o a otras personas con discapacidad de vez en cuando.

Fui con unas amigas a tomar algo. Éramos ocho en total, cuatro de nosotras en silla de ruedas, como quién es alto, calvo o viste de verde. Salimos a disfrutar un rato como cualquier otra persona, porque la vida es diversidad.

Habíamos llamado antes para reservar y, de paso, preguntar si era accesible y si tenían aseo adaptado. Y es que las personas con discapacidad no tenemos derecho a improvisar y meternos en cualquier lugar, ¡ja, ja, ja!

Como te iba contando, nos sentamos, comimos, bebimos y, antes de irnos, me entraron ganas de «desbeber». Miro y veo un letrero indicando que los aseos estaban en el piso de arriba, así que pregunté por el aseo adaptado. Estaba sin señalizar, escondido como si les diera vergüenza tenerlo. Tuve que pasar junto a la cocina, por donde solo pasan los empleados, entrando casi por la cocina, por un pasillo estrecho, nada adecuado para pasar con la silla de ruedas. ¡Con bidones de cerveza que tuvieron que apartar para que pudiera pasar!

El encargado me abre una puerta corredera y me dice: «Aquí lo tienes», con toda la desfachatez de haber transformado lo que debería ser un aseo adaptado con las normativas de medidas de accesibilidad en un monstruo inmundo, sucio, por no decir asqueroso, lleno de cajas de bebidas y todo lo que el personal llevaba puesto antes de cambiarse para trabajar. Sabiendo que habíamos reservado y avisado de nuestra caprichosa existencia no tuvo ni el detalle de quitar nada.

Tuve que hacer piruetas para poder sentarme en el «trono» del señor Roca, pero o lo hacía allí o me lo hacía encima. Al salir, no quise amargar la noche a nadie, ni a mis amigas ni al resto de comensales, ni pedí la hoja de reclamación, porque encima quien creó ese sistema de reclamación tampoco nos tuvo en cuenta a las personas con discapacidad, pues muchas ni usar un bolígrafo podemos con soltura, y esas hojas las tienes que entregar en unas oficinas municipales, otro tema nada accesible… Lo que hice al final te lo cuento más abajo.

Ahora, te pongo al día de leyes y normativas.

Los restaurantes y demás comercios abiertos al público reciben su licencia de apertura si cumplen con las condiciones de accesibilidad, y deben mantenerlas así. Si necesitan un almacén y un vestidor para el personal, deben acondicionar un espacio adecuado para ello y no usar el aseo adaptado para personas con movilidad reducida.

No me sirve la excusa “Cómo vienen pocos clientes en silla de ruedas lo usamos de almacén…”
¿Tú crees que acaso controlan cuantos clientes usan los otros aseos y dependiendo de si van pocos lo usan para guardar sus trastos?

Aunque un bar o restaurante sea anterior a las normativas de accesibilidad actuales y tenga su licencia desde antes de 1975, los propietarios están obligados igualmente a realizar ajustes razonables para garantizar la accesibilidad a todas las personas. La normativa de accesibilidad es un derecho fundamental, y los establecimientos deben cumplirla para evitar sanciones y garantizar la igualdad de oportunidades para todos.

¿Por qué un aseo adaptado es grande y espacioso?

No es por capricho, sino por normativas, por necesidad de movilidad y maniobras para acceder a dicho aseo. Cajas y objetos impiden pasar de la silla de ruedas al inodoro.

Imagina lo humillante que es estar en una reunión de amigos y que te amarguen la noche con un trato prepotente al pedir el baño adaptado, y te conduzcan por un pasillo lleno de objetos y te abran la puerta de lo que llaman «aseo adaptado» sin inmutarse ni pedir perdón ni avergonzarse..

¡Esto es capacitismo con todas las letras!

El local puede ser bonito, la comida excelente y el personal amable, pero estas situaciones te amargan la noche.

Señores propietarios, las personas con discapacidad no somos clientes de segunda clase. Un trato así me recuerda a la Norteamérica segregada, donde había baños para blancos y para personas de color. ¡Existe el capacitismo como existe el racismo y el clasismo!

Reclamo a las autoridades que comprueben regularmente si se cumplen las medidas de accesibilidad por las que se otorgan licencias.

¿Qué hacer ante una situación así, tengas o no discapacidad?

Te animo a denunciar estas situaciones por todos los medios posibles: oficiales y redes sociales. ¡Una nota en Google Maps también tiene su efecto!

¡Esto no es un caso aislado! Muchos locales usan los aseos adaptados como almacenes. He visto de todo dentro de aseos adaptados: fregonas, escobas, cajas de papel higiénico, detergente, refrescos, bombonas de gas, comida, mesas, sillas, ropa, mochilas, bicicletas, ¡incluso oficinas enteras dentro de aseos adaptados o no se si eran aseos adaptados con oficina!

Digo yo que si les han dado la licencia, ha sido con la condición de adaptar el local; no pueden usar esos espacios como almacén. Si necesitan un almacén, ¡que habiliten un espacio aparte!

Me haría muy feliz saber que has leído hasta aquí y que has descubierto algo que ni te podías imaginar que sucede en pleno siglo XXI.

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