Vecinas y vecinos del barrio del Poble-sec han alzado la voz contra las actividades que se celebran en el nuevo bar-restaurant de la Font del Gat, en los Jardines de Laribal de Montjuïc, a raíz del aumento de fiestas con música, cenas y sesiones de DJ que, según denuncian, se alargan hasta la madrugada. Aseguran que estas actividades están afectando de forma directa a su descanso y han pedido al Ayuntamiento que intervenga.
Desde la reapertura del local el pasado 24 de abril, bajo la gestión del Grup La Confiteria, se ha impulsado una programación casi diaria con vermut musicales, sopars del Gat, conciertos y sesiones electrónicas, muchas de ellas celebradas en horario nocturno y sin suficiente control del ruido o del impacto en el entorno. El pasado 18 de mayo, por ejemplo, se organizó una fiesta electrónica desde las 17 h con asistencia masiva, y el 15 de junio hay previsto un nuevo evento hasta la 1:00 de la madrugada con todas las entradas ya agotadas.
“Nos prometieron un espacio cultural tranquilo y ahora tenemos gente entrando y saliendo a todas horas, música hasta tarde y un ir y venir de coches por una zona que antes era silenciosa”, afirma Miquel Pasqual, residente en la zona. La queja más recurrente del vecindario es la ruptura del equilibrio entre cultura y convivencia, en un espacio de alto valor patrimonial y ambiental que, según la Carta de Florencia firmada por el consistorio, debería garantizar el silencio y el contacto con la naturaleza.
Las imágenes difundidas por los propios vecinos muestran acumulación de residuos, señalización de barras de bebida, y restos de fiestas junto a elementos patrimoniales protegidos. También denuncian que la parte trasera del recinto se ha transformado en un aparcamiento improvisado, lo que incrementa el ruido y el deterioro de una de las zonas más tranquilas de la montaña de Montjuïc.
En respuesta a estas quejas, el grupo municipal de Barcelona en Comú en Sants-Montjuïc ha presentado una iniciativa institucional al Gobierno del Distrito exigiendo una revisión de las condiciones de la concesión, mayor control sobre los horarios y niveles de ruido, y la apertura de un espacio de diálogo con el vecindario. La formación advierte que la concesión pública no puede derivar en un modelo de ocio que desnaturalice un espacio patrimonial y afecte la calidad de vida.
Los vecinos reclaman que se actúe con urgencia para proteger el descanso y el entorno. “Queremos cultura, pero no a costa de perder el derecho a descansar en nuestras casas”, resumen. Mientras tanto, nuevos eventos siguen anunciados en la programación de las próximas semanas.