La reapertura de la Font del Gat como restaurante con eventos nocturnos y conciertos en los Jardines de Laribal ha reavivado la protesta vecinal en Montjuïc. Según denuncian entidades como Recuperem Montjuïc y el vecindario de Poble-sec, el Ayuntamiento de Barcelona está permitiendo actividades que rompen la tranquilidad del entorno natural y vulneran los límites acústicos en una de las zonas más protegidas de la ciudad.
El consistorio defiende que la actividad económica y cultural forma parte de la dinamización del parque, pero los vecinos denuncian una “agresión constante” por contaminación acústica y una gestión que prioriza el turismo por encima de la convivencia. “La falta de control ha convertido Montjuïc en un cajón de sastre donde se permiten cosas que en ningún otro sitio se aceptarían”, apunta López en un artículo reciente, donde critica que se autoricen conciertos hasta la madrugada en espacios históricamente vinculados a la calma y el paseo.
Montjuïc está clasificado en los mapas acústicos de Barcelona como zona de alta protección sonora, donde el nivel de ruido permitido es especialmente bajo. Aun así, en la montaña se han multiplicado los eventos ruidosos, incluidos festivales, actividades corporativas y grandes conciertos como los del Estadio Olímpico o el Poble Espanyol. Esta saturación afecta no solo a la fauna y flora —que incluye especies sensibles como erizos, halcones o ranas—, sino también a las escuelas, centros de salud y barrios colindantes.
Los impactos ya se han hecho visibles. Las quejas vecinales aumentan y se extienden por barrios como Poble-sec, la Font de la Guatlla y la Marina. Madres del entorno alertan de que sus hijos deben cruzar zonas invadidas por música y turistas incluso para ir a clase. Estudios científicos alertan de que el ruido crónico afecta al ciclo vital de las aves y puede provocar su muerte por estrés. Barcelona, además, es firmante de la Carta de Florencia, que obliga a tratar los jardines históricos, como es el caso de muchos jardines de Montjuïc, entre ellos los Jardines Laribal, donde se sitúa la Font del Gat, como espacios de paz y silencio.
Las entidades reclaman una revisión urgente de todas las licencias concedidas, una moratoria sobre eventos ruidosos y un plan de protección acústica específico para Montjuïc. También exigen la creación de un espacio de diálogo con el vecindario para recoger propuestas y establecer criterios claros de uso. La consellera de Distrito por Barcelona en Comú, Carolina López, ha exigido medidas urgentes para garantizar el descanso y preservar el ecosistema de la montaña en un artículo reciente en ZonaSec: “el silencio es un derecho”, afirma López. “Y Montjuïc, un tesoro que no podemos perder por falta de voluntad política.”